Había subido para escapar de la intensa lluvia. Llevaba cuarenta minutos pegado a la ventana cuando notó que avanzaba sin saber a donde entre las grises y húmedas calles de la ciudad.
Despertó. Golpeó el botón que indica la bajada y recorrió torpemente los escalones para llegar a la calle. Respiró lentamente hasta sentir como el aire -de contaminada sinceridad- era invadido por su inquieta presencia. Se siente frágil, quiere volver, volver a la inconsciencia que le ofrecía el frío cristal de la ventana. Pero no puede, la micro ya había partido, dejándolo sólo contra la lluvia, allá muy lejos.
Lejos llueve
Publicado por
Emilio
jueves, 29 de octubre de 2009
Etiquetas: Microcuento , Viaje
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