Lejos llueve

Había subido para escapar de la intensa lluvia. Llevaba cuarenta minutos pegado a la ventana cuando notó que avanzaba sin saber a donde entre las grises y húmedas calles de la ciudad.

Despertó. Golpeó el botón que indica la bajada y recorrió torpemente los escalones para llegar a la calle. Respiró lentamente hasta sentir como el aire -de contaminada sinceridad- era invadido por su inquieta presencia. Se siente frágil, quiere volver, volver a la inconsciencia que le ofrecía el frío cristal de la ventana. Pero no puede, la micro ya había partido, dejándolo sólo contra la lluvia, allá muy lejos.

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