Rutina

Un día pésimo en la empresa, el jefe menosprecia al trabajador humillándolo frente al personal. El hombre con el odio que rebalsa su cabeza, llega a su hogar, llama a su mujer, la mira con ojos turbios, la toma con un brazo y propina una gran bofetada, comenzando la rutina familiar de moretones y llantos.
Mientras tanto el hijo en el colegio, aun no sabe lo que le espera o quizás ya tiene conciencia del futuro. Ni sus alegrías ni sus malas notas cambiaran el curso de un día de aquellos que terminan llenos de odio.
Ya en su hogar, encuentra a su madre con el maquillaje característico en su rostro, él en su inocencia le habla sobre su nota deficiente y quizás como casi lógico, su dama protectora descontrola sus actos, lo toma de un brazo, lo lleva a su dormitorio, grita insultos y lanza caricias que lastiman, el rio de lagrimas comienza a correr y el grito mudo del niño se deja escuchar.
Pasado el juego familiar, el niño yace en un rincón de su recamara, la mascota del muchacho, un indefenso perrito, se le acerca lamiéndole la mano derecha, que cubierta de hilos carmesí caen al suelo y tiñen la suave alfombra. El pequeño lo toma con sus manos, lo pone frente a sus ojos, observa su fragilidad y el niño solo acaricio al servil amigo.

1 comentarios:

Emilio 9 de octubre de 2009, 20:39  

Me recuerda gratamente a Galeano, una versión mas sensible, de estética cuidada, y sin embargo muy cercana a la situación real de estos días...

Publicar un comentario