Todos los caminos...

... conducen a la plaza de mi ciudad. Y no es solo cuestión de disposición en las calles, tampoco falta de originalidad, no. Existe en este lugar un espacio que aun osa a ofrecernos aquello que la modernidad le quitó a nuestra pequeña polis: la tranquilidad.

No hablo de una calma absoluta (ilusoria en cualquier lugar donde hayan automóviles), pero si de un espacio de expansión o descanso, que como gente tranquila sabemos apreciar. Es común ver en la plaza parejas que, caminando de la mano, o sentados en las bancas, van adornando el lugar con el cuchicheo de palabras de cariño y de risas compartidas con el aire.

Fue así como, entre risas y cariños, entraron en escena. Su entrada fue idéntica a la nuestra, tomados de la mano se ubicaron en la banca -a unos 15 metros de nosotros-, y con un gesto cuasi-teatral reclamaron su lugar entre las parejas de enamorados.

Entre ambos debían sumar mas de un siglo de historia y de historias, y sin embargo irradiaban una energía que atraía a la vista... sonrisas quizás. Siempre es lindo ver una pareja mayor andar como una pareja de recién enamorados. Ahí estaban los dos, cargando alegremente sus años y claramente su amor, los mirábamos sostenidamente, pero pese al tierno cuadro, algo nos faltaba. Necesitábamos conocer su historia así que decidimos inventarla. Así nos pasamos de lo mas claro a lo mas oscuro de la tarde, viéndolos, creando aquella historia que quizás nunca ocurrió, pero que a nosotros nos alegraba. Sus vidas eran nuestras, hasta que se levantaron, juntos como llegaron marcharon hacia el centro. Nos dejaron escribiendo nuestra propia historia, con los árboles como cómplices y con la tranquilidad de la plaza, que no es absoluta, pero permite soñar... despiertos.

1 comentarios:

Anónimo 23 de octubre de 2009, 19:46  

:O no pensé que sería sobre eso! Nuestra historia [no, no "nuestra" porque sean nuestros hechos -en común-, sino "nuestra" porque ambos la creamos; en base a ellos]. Fue linda esa imagen, ese momento en que centramos nuestra atención en ellos, tal vez ilusoriamente queriamos ser como ellos [quizá, no tú y yo juntos, pero si estar deleitando la tarde con una tierna compañía, con quién sabe quién]. Y claro, "nos dejaron escribiendo nuestra propia historia", que, al igual que la de ellos, es -distinta-.

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